Los ruidos de las bocinas junto a todos los demás ruidos de la ciudad vuelven a los habitantes de la urbe nerviosos e irritables. Pierden el sueño y su salud se altera. Para evitar estos inconvenientes, se prohíbe el uso de avisadores sonoros en las grandes ciudades. El aire, las paredes y los cristales, transmiten las vibraciones sonoras. A partir de una determinada intensidad del sonido, la oreja siente una sensación de dolor. Cuando los ruidos violentos se repiten, desordenes fisiológicos afectan a la respiración, a la presión sanguínea; el sistema nervioso esta en tensión, sobre todo por los ruidos nocturnos. Una bocina a 7 metros causa los mismos efectos sobre la oreja que el rugido de un león a 5 metros. La prohibición de pitar es pues una medida de protección para la salud de los ciudadanos.
Los ruidos de las bocinas junto a todos los demás ruidos de la ciudad vuelven a los habitantes de la urbe nerviosos e irritables. Pierden el sueño y su salud se altera. Para evitar estos inconvenientes, se prohíbe el uso de avisadores sonoros en las grandes ciudades. El aire, las paredes y los cristales, transmiten las vibraciones sonoras. A partir de una determinada intensidad del sonido, la oreja siente una sensación de dolor. Cuando los ruidos violentos se repiten, desordenes fisiológicos afectan a la respiración, a la presión sanguínea; el sistema nervioso esta en tensión, sobre todo por los ruidos nocturnos. Una bocina a 7 metros causa los mismos efectos sobre la oreja que el rugido de un león a 5 metros. La prohibición de pitar es pues una medida de protección para la salud de los ciudadanos.
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