Es una leyenda popular española, protagonizada por una pareja de enamorados: Isabel de Segura y Juan Martínez de Marcilla. Para poder casarse con Isabel, Juan marchó a la guerra, con objeto de enriquecerse y ganar valía a ojos de su familia. Sin embargo, cuando regresó a Teruel había transcurrido demasiado tiempo; los padres de Isabel habían perdido la paciencia y la habían casado con otro hombre. Juan, al enterarse de esto, acudió a ver a su amada desesperado y le pidió, al menos, un último beso. Ella se negó, alegando que debe permanecer fiel a sus votos matrimoniales. Ante esta negativa, Juan cayó desplomado al suelo y murió.
Durante el cortejo fúnebre, Isabel, rota de dolor, se acercó al cuerpo de su enamorado. Depositó en sus labios el último beso que él le había pedido, y al hacerlo también ella murió al instante.
Esta historia ha perdurado a lo largo de los siglos como un símbolo de amor eterno. Se dice que ambos están enterrados juntos en la iglesia de San Pedro de Teruel.
Es una leyenda popular española, protagonizada por una pareja de enamorados: Isabel de Segura y Juan Martínez de Marcilla. Para poder casarse con Isabel, Juan marchó a la guerra, con objeto de enriquecerse y ganar valía a ojos de su familia. Sin embargo, cuando regresó a Teruel había transcurrido demasiado tiempo; los padres de Isabel habían perdido la paciencia y la habían casado con otro hombre. Juan, al enterarse de esto, acudió a ver a su amada desesperado y le pidió, al menos, un último beso. Ella se negó, alegando que debe permanecer fiel a sus votos matrimoniales. Ante esta negativa, Juan cayó desplomado al suelo y murió.
Durante el cortejo fúnebre, Isabel, rota de dolor, se acercó al cuerpo de su enamorado. Depositó en sus labios el último beso que él le había pedido, y al hacerlo también ella murió al instante.
Esta historia ha perdurado a lo largo de los siglos como un símbolo de amor eterno. Se dice que ambos están enterrados juntos en la iglesia de San Pedro de Teruel.
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