Esta obra clave de la literatura española, que marcó el inicio del género picaresco, se ha considerado anónima durante siglos. Durante mucho tiempo se especuló con la identidad de su autor; algunas de las hipótesis lo atribuían al fraile Juan de Ortega, al escritor toledano Sebastián de Orozco o a un escritor del círculo de los hermanos Valdés. Es normal que el autor de una obra tan polémica y crítica con los estamentos regentes de su tiempo (el feudalismo o la Iglesia) quisiera pasar desapercibido.
Finalmente, en 2010, la estudiosa Mercedes Aguiló, especialista en paleografía literaria, desveló el misterio, al encontrar documentos del siglo XVI que otorgaban la “paternidad” de la novela al escritor Diego Hurtado de Mendoza. Fue un poeta y diplomático español, autor de versos satíricos (entre los que podemos citar la Epístola a Boscán y el poema inspirado en la mitología Fábula de Hipómenes), así como de una famosa crónica de la Guerra de las Alpujarras.
Esta obra clave de la literatura española, que marcó el inicio del género picaresco, se ha considerado anónima durante siglos. Durante mucho tiempo se especuló con la identidad de su autor; algunas de las hipótesis lo atribuían al fraile Juan de Ortega, al escritor toledano Sebastián de Orozco o a un escritor del círculo de los hermanos Valdés. Es normal que el autor de una obra tan polémica y crítica con los estamentos regentes de su tiempo (el feudalismo o la Iglesia) quisiera pasar desapercibido.
Finalmente, en 2010, la estudiosa Mercedes Aguiló, especialista en paleografía literaria, desveló el misterio, al encontrar documentos del siglo XVI que otorgaban la “paternidad” de la novela al escritor Diego Hurtado de Mendoza. Fue un poeta y diplomático español, autor de versos satíricos (entre los que podemos citar la Epístola a Boscán y el poema inspirado en la mitología Fábula de Hipómenes), así como de una famosa crónica de la Guerra de las Alpujarras.
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