La teoría de los mensajes subliminales se basa en las investigaciones que el publicista James Vicary llevó a cabo en 1957. Vicary estudió cómo insertar imágenes de forma muy veloz en los anuncios o las películas, de forma que nuestro ojo no las captara de manera consciente pero sí lo hiciera el subconsciente, la parte de nuestro cerebro que no controlamos. Gracias a esta técnica, se nos insertarían sin que nos diéramos cuenta determinados mensajes, apetencias o deseos.
En un primer momento se pensó que sus teorías habían tenido éxito. Vicary experimentó insertando las frases “beba Coca Cola” y “coma palomitas” durante la proyección de una película. Efectivamente, el consumo de ambos productos pareció crecer de manera considerable después de ello entre los asistentes a la película. Pero el publicista tuvo que revelar, ante la euforia posterior, que en realidad había falseado los resultados y no tenía una constancia real de que su experimento hubiera dado resultado. A pesar de todo, desde los años sesenta muchos científicos han seguido investigando cuáles son las posibilidades reales de utilizar esta clase de mensajes. Hoy en día, la idea de la publicidad subliminal se encuentra casi desterrada.
La teoría de los mensajes subliminales se basa en las investigaciones que el publicista James Vicary llevó a cabo en 1957. Vicary estudió cómo insertar imágenes de forma muy veloz en los anuncios o las películas, de forma que nuestro ojo no las captara de manera consciente pero sí lo hiciera el subconsciente, la parte de nuestro cerebro que no controlamos. Gracias a esta técnica, se nos insertarían sin que nos diéramos cuenta determinados mensajes, apetencias o deseos.
En un primer momento se pensó que sus teorías habían tenido éxito. Vicary experimentó insertando las frases “beba Coca Cola” y “coma palomitas” durante la proyección de una película. Efectivamente, el consumo de ambos productos pareció crecer de manera considerable después de ello entre los asistentes a la película. Pero el publicista tuvo que revelar, ante la euforia posterior, que en realidad había falseado los resultados y no tenía una constancia real de que su experimento hubiera dado resultado. A pesar de todo, desde los años sesenta muchos científicos han seguido investigando cuáles son las posibilidades reales de utilizar esta clase de mensajes. Hoy en día, la idea de la publicidad subliminal se encuentra casi desterrada.
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