Los circos de pulgas comenzaron a ser populares a partir del siglo XVI, como espectáculos callejeros. Mucha gente guarda la idea de que eran engaños mecánicos, y efectivamente muchos artistas mostraban la maqueta de un pequeño circo en miniatura, cuyas piezas se movían de diferentes maneras creando la ilusión de que eran manejadas por estos diminutos insectos. Sin embargo, la realidad es que sí existen circos con pulgas reales. Durante siglos se han amaestrado para que realicen tareas sencillas dentro de estos circos en miniatura.
Las pulgas que se utilizan para ello son las hembras del tipo “pulga del hombre”, o pulex irritans. Generalmente, el primer paso para amaestrarlas es guardarlas dentro de un tarro y esperar hasta que dejen de golpear para salir. Una vez esto sucede, sus saltos se reducirán notablemente; normalmente ya no saltarán más de cinco centímetros de altura. Es el momento de empezar a colocarlas en los distintos aparatos del circo y enseñarlas a realizar los trucos: arrastrar objetos, desfilar, extender un alfombra… Los métodos para conseguir esto están celosamente ocultos por los artistas, que se los transmiten de generación en generación.
Los circos de pulgas comenzaron a ser populares a partir del siglo XVI, como espectáculos callejeros. Mucha gente guarda la idea de que eran engaños mecánicos, y efectivamente muchos artistas mostraban la maqueta de un pequeño circo en miniatura, cuyas piezas se movían de diferentes maneras creando la ilusión de que eran manejadas por estos diminutos insectos. Sin embargo, la realidad es que sí existen circos con pulgas reales. Durante siglos se han amaestrado para que realicen tareas sencillas dentro de estos circos en miniatura.
Las pulgas que se utilizan para ello son las hembras del tipo “pulga del hombre”, o pulex irritans. Generalmente, el primer paso para amaestrarlas es guardarlas dentro de un tarro y esperar hasta que dejen de golpear para salir. Una vez esto sucede, sus saltos se reducirán notablemente; normalmente ya no saltarán más de cinco centímetros de altura. Es el momento de empezar a colocarlas en los distintos aparatos del circo y enseñarlas a realizar los trucos: arrastrar objetos, desfilar, extender un alfombra… Los métodos para conseguir esto están celosamente ocultos por los artistas, que se los transmiten de generación en generación.
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