La ordalía era un método de juicio que se empleaba en la Edad Media. Básicamente consistía en poner la decisión de considerar culpable o inocente al acusado en manos de Dios… literalmente. De hecho, también se le conocía como “juicio de Dios”.
Se sometía al acusado a una prueba muy dura, que sólo se podría superar, en teoría, con la ayuda divina. Por ejemplo, se le hacía caminar durante un largo trecho sobre brasas y se le pedía que no desfalleciera, o se le introducía la cabeza bajo el agua durante un tiempo superior a lo que puede aguantar normalmente un humano. El medio más habitual, sin embargo, era el de atar las manos e introducirlas en una hoguera; si éstas no se quemaban, entonces Dios estaba de parte del reo y debía ser soltado.
Aunque fue un método muy empleado por la Inquisición, también se han encontrado vestigios de su utilización por parte de otros pueblos no cristianos, por ejemplos los teutones.
La ordalía era un método de juicio que se empleaba en la Edad Media. Básicamente consistía en poner la decisión de considerar culpable o inocente al acusado en manos de Dios… literalmente. De hecho, también se le conocía como “juicio de Dios”.
Se sometía al acusado a una prueba muy dura, que sólo se podría superar, en teoría, con la ayuda divina. Por ejemplo, se le hacía caminar durante un largo trecho sobre brasas y se le pedía que no desfalleciera, o se le introducía la cabeza bajo el agua durante un tiempo superior a lo que puede aguantar normalmente un humano. El medio más habitual, sin embargo, era el de atar las manos e introducirlas en una hoguera; si éstas no se quemaban, entonces Dios estaba de parte del reo y debía ser soltado.
Aunque fue un método muy empleado por la Inquisición, también se han encontrado vestigios de su utilización por parte de otros pueblos no cristianos, por ejemplos los teutones.
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