La monarquía parlamentaria es una forma de gobierno democrática que hoy se utiliza en cuarenta y tres países de todo el mundo, en todos los continentes. Su base es la existencia de un rey que, siguiendo la máxima del pensador político Adolphe Thiers, “reina pero no gobierna”. Tiene el papel de Jefe de Estado (cuyas atribuciones se regulan a través de la Constitución vigente), pero está sometido al Parlamento (el poder Legislativo) y al Gobierno (el poder Ejecutivo).
No hay que confundir monarquía parlamentaria con monarquía constitucional. En esta segunda, el rey tiene más funciones propias, incluyendo el control del poder Ejecutivo, y tiene la responsabilidad de actuar como árbitro o mediador entre los conflictos del Gobierno. Actualmente, existen monarquías constitucionales en Irlanda del Norte y el Reino Unido.
Tanto en la monarquía parlamentaria como en la constitucional, la sucesión del rey se determina por vía hereditaria. La excepción es el Vaticano, que se considera monarquía parlamentaria a efectos de ciencia política, pero cuyo líder de estado (el Papa) se elige por medio de un cónclave tras la muerte del anterior.
La monarquía parlamentaria es una forma de gobierno democrática que hoy se utiliza en cuarenta y tres países de todo el mundo, en todos los continentes. Su base es la existencia de un rey que, siguiendo la máxima del pensador político Adolphe Thiers, “reina pero no gobierna”. Tiene el papel de Jefe de Estado (cuyas atribuciones se regulan a través de la Constitución vigente), pero está sometido al Parlamento (el poder Legislativo) y al Gobierno (el poder Ejecutivo).
No hay que confundir monarquía parlamentaria con monarquía constitucional. En esta segunda, el rey tiene más funciones propias, incluyendo el control del poder Ejecutivo, y tiene la responsabilidad de actuar como árbitro o mediador entre los conflictos del Gobierno. Actualmente, existen monarquías constitucionales en Irlanda del Norte y el Reino Unido.
Tanto en la monarquía parlamentaria como en la constitucional, la sucesión del rey se determina por vía hereditaria. La excepción es el Vaticano, que se considera monarquía parlamentaria a efectos de ciencia política, pero cuyo líder de estado (el Papa) se elige por medio de un cónclave tras la muerte del anterior.
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