El concepto de entelequia apareció por primera vez en la filosofía aristotélica, concretamente en el campo de la metafísica (no hay que olvidar que Aristóteles fue uno de los filósofos más completos que han existido, ya que tocó prácticamente todos los ámbitos de pensamiento). Es una combinación de tres palabras griegas, las correspondientes a los términos “fin”, “propósito” y “completo”. Se considera que una entelequia es un estado de existencia que posee en sí mismo tanto la potencialidad como el fin. Un ser que ha alcanzado la entelequia tiene el comienzo y el fin dentro de sí, sin necesidad de que influyan sobre él otros impulsos para que llegue a convertirse en lo que debe ser. El ejemplo clásico es la semilla de árbol, que es una entelequia del árbol mismo; a su vez, el árbol es la entelequia de esa semilla. Aunque se vean influidos por agentes externos (el sol, la tierra, el abono, etc.), tanto uno como otro poseen en sí mismos el origen y el resultado de sus potencialidades.
El concepto de entelequia apareció por primera vez en la filosofía aristotélica, concretamente en el campo de la metafísica (no hay que olvidar que Aristóteles fue uno de los filósofos más completos que han existido, ya que tocó prácticamente todos los ámbitos de pensamiento). Es una combinación de tres palabras griegas, las correspondientes a los términos “fin”, “propósito” y “completo”. Se considera que una entelequia es un estado de existencia que posee en sí mismo tanto la potencialidad como el fin. Un ser que ha alcanzado la entelequia tiene el comienzo y el fin dentro de sí, sin necesidad de que influyan sobre él otros impulsos para que llegue a convertirse en lo que debe ser. El ejemplo clásico es la semilla de árbol, que es una entelequia del árbol mismo; a su vez, el árbol es la entelequia de esa semilla. Aunque se vean influidos por agentes externos (el sol, la tierra, el abono, etc.), tanto uno como otro poseen en sí mismos el origen y el resultado de sus potencialidades.
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