El go es un juego de tablero de origen oriental, que tradicionalmente se considera similar a las damas occidentales. En realidad, sus reglas sólo se parecen en algunos pequeños aspectos. Tuvo su origen en China, probablemente en el siglo IV antes de Cristo (los registros al respecto no son certeros), pero no tardó en extenderse a otros países de la región; así, ha sido jugado tradicionalmente en dicho país, en Japón y en Corea.
Se juega sobre un tablero cuadriculado de 19×19 líneas. Cada jugador posee fichas blancas o negras, cuyo número es diferente; 180 las primeras, 181 las segundas. El motivo es que el jugador negro siempre mueve primero. El objetivo es controlar el mayor espacio de tablero posible y para ello se deben rodear las piezas del oponente, sin dejarles espacio libre. Cuando esto sucede, se considera que la ficha ha sido “capturada” y se retira del tablero. En el momento en que los dos jugadores han agotado sus fichas, la partida termina; se cuentan los espacios libres con los que cuenta cada uno ( es decir, se contabiliza el tamaño de cada territorio) y se determina el ganador en función de ello.
Es un juego con un importante componente estratégico, en el que, en teoría, no hay nada al azar. Una partida normal puede durar entre diez minutos y una hora; sin embargo, las de alta competición llegan a durar hasta dieciséis horas.
El go es un juego de tablero de origen oriental, que tradicionalmente se considera similar a las damas occidentales. En realidad, sus reglas sólo se parecen en algunos pequeños aspectos. Tuvo su origen en China, probablemente en el siglo IV antes de Cristo (los registros al respecto no son certeros), pero no tardó en extenderse a otros países de la región; así, ha sido jugado tradicionalmente en dicho país, en Japón y en Corea.
Se juega sobre un tablero cuadriculado de 19×19 líneas. Cada jugador posee fichas blancas o negras, cuyo número es diferente; 180 las primeras, 181 las segundas. El motivo es que el jugador negro siempre mueve primero. El objetivo es controlar el mayor espacio de tablero posible y para ello se deben rodear las piezas del oponente, sin dejarles espacio libre. Cuando esto sucede, se considera que la ficha ha sido “capturada” y se retira del tablero. En el momento en que los dos jugadores han agotado sus fichas, la partida termina; se cuentan los espacios libres con los que cuenta cada uno ( es decir, se contabiliza el tamaño de cada territorio) y se determina el ganador en función de ello.
Es un juego con un importante componente estratégico, en el que, en teoría, no hay nada al azar. Una partida normal puede durar entre diez minutos y una hora; sin embargo, las de alta competición llegan a durar hasta dieciséis horas.
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