Es el nombre que recibe uno de los ritos religiosos más antiguos que se conocen de la Grecia Clásica, que se realizaba en honor a dos de las principales diosas del panteón primigenio: Cibeles y Atis. En un primer momento se basaba en la caza de un animal salvaje, un ciervo o un toro, para sacrificarlo en honor a la deidad. Posteriormente, cuando el rito pasó a ser representativo de una secta concreta, las personas que querían convertirse en miembros debían ser ellos quienes degollaran al animal (con un tipo de cuchillo denominado “harpe”) y a continuación se bañaran en su sangre. En algunos casos, además del toro, se sacrificaba también un carnero.
Al contrario de lo que sucede con otros ritos de la época, que se han perdido en el oscurantismo posterior, han llegado a nuestros días registros escritor muy precisos que detallan cómo era exactamente la ceremonia. En concreto, fue el historiador Prudencia quien mejor recogió todas las características y momentos de los taurobolios.
Es el nombre que recibe uno de los ritos religiosos más antiguos que se conocen de la Grecia Clásica, que se realizaba en honor a dos de las principales diosas del panteón primigenio: Cibeles y Atis. En un primer momento se basaba en la caza de un animal salvaje, un ciervo o un toro, para sacrificarlo en honor a la deidad. Posteriormente, cuando el rito pasó a ser representativo de una secta concreta, las personas que querían convertirse en miembros debían ser ellos quienes degollaran al animal (con un tipo de cuchillo denominado “harpe”) y a continuación se bañaran en su sangre. En algunos casos, además del toro, se sacrificaba también un carnero.
Al contrario de lo que sucede con otros ritos de la época, que se han perdido en el oscurantismo posterior, han llegado a nuestros días registros escritor muy precisos que detallan cómo era exactamente la ceremonia. En concreto, fue el historiador Prudencia quien mejor recogió todas las características y momentos de los taurobolios.