Los rayos de luz originados por un foco luminoso, ya sea el sol o cualquier otro foco artificial, se extienden por igual en todas las direcciones. Cuando estos rayos luminosos encuentran en su camino un cuerpo opaco se detienen en su marcha y la zona que está situada tras el cuerpo opaco queda sin iluminar.
Como nuestro cuerpo queda dentro de esta denominación, al llegar a él los rayos luminosos se detienen y la zona de pared o suelo que está detrás de nosotros queda a oscuras. Naturalmente, al desplazar nuestro cuerpo variamos la zona que está sin iluminar. Por eso la sombra nos acompaña continuamente e imita todos nuestros movimientos.
Los rayos de luz originados por un foco luminoso, ya sea el sol o cualquier otro foco artificial, se extienden por igual en todas las direcciones. Cuando estos rayos luminosos encuentran en su camino un cuerpo opaco se detienen en su marcha y la zona que está situada tras el cuerpo opaco queda sin iluminar.
Como nuestro cuerpo queda dentro de esta denominación, al llegar a él los rayos luminosos se detienen y la zona de pared o suelo que está detrás de nosotros queda a oscuras. Naturalmente, al desplazar nuestro cuerpo variamos la zona que está sin iluminar. Por eso la sombra nos acompaña continuamente e imita todos nuestros movimientos.
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