La luna, al igual que la tierra, está animada por dos movimientos: uno, de traslación alrededor de nuestro planeta, y otro de rotación sobre su eje. Más como el tiempo que invierte en este último coincide exactamente con el que emplea en realizar una revolución en torno a la tierra, nos ofrece siempre la misma cara. En la práctica sin embargo, nuestra visión de ésta sobrepasa un poco al hemisferio, debido a unos balanceos aparentes del satélite conocidos con el nombre de libraciones.
La luna, al igual que la tierra, está animada por dos movimientos: uno, de traslación alrededor de nuestro planeta, y otro de rotación sobre su eje. Más como el tiempo que invierte en este último coincide exactamente con el que emplea en realizar una revolución en torno a la tierra, nos ofrece siempre la misma cara. En la práctica sin embargo, nuestra visión de ésta sobrepasa un poco al hemisferio, debido a unos balanceos aparentes del satélite conocidos con el nombre de libraciones.
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