El primer dato histórico que tenemos sobre esta tradición española data del siglo XIX, concretamente de 1895. El Presidente del Consejo de Ministros relató que había despedido el año con una combinación de champán y uvas, para intentar atraer a la buena fortuna y la prosperidad en los meses venideros.
La costumbre comenzó a extenderse entre la clase burguesa. Algunos madrileños de clase baja, en un intento de burlarse de ella, acudieron, al año siguiente, a la céntrica Puerta del Sol para comer doce uvas al ritmo que sonaban las campanadas de fin de año. Quién iba a decirles a ellos que su broma se convertiría en una de las tradiciones más importantes de nuestro país.
En 1909, la costumbre de tomar las uvas se reforzó al producirse un excedente en la producción vitícola de ese año. Los empresarios decidieron deshacerse de ellas repartiéndolo entre familias necesitadas y publicitando su consumo.
El primer dato histórico que tenemos sobre esta tradición española data del siglo XIX, concretamente de 1895. El Presidente del Consejo de Ministros relató que había despedido el año con una combinación de champán y uvas, para intentar atraer a la buena fortuna y la prosperidad en los meses venideros.
La costumbre comenzó a extenderse entre la clase burguesa. Algunos madrileños de clase baja, en un intento de burlarse de ella, acudieron, al año siguiente, a la céntrica Puerta del Sol para comer doce uvas al ritmo que sonaban las campanadas de fin de año. Quién iba a decirles a ellos que su broma se convertiría en una de las tradiciones más importantes de nuestro país.
En 1909, la costumbre de tomar las uvas se reforzó al producirse un excedente en la producción vitícola de ese año. Los empresarios decidieron deshacerse de ellas repartiéndolo entre familias necesitadas y publicitando su consumo.
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