Ahora que se acerca Halloween, es posible que muchos estemos ya comprando la decoración o los dulces para la fecha, y gran parte de ellos tienen un icono representativo: la calabaza, con una socarrona sonrisa dibujada en su “rostro”.
El origen de este símbolo procede de una leyenda celta, de la zona irlandesa. Se cuenta que existió un pícaro llamado Jack O ´Lantern, que cierto día, en su afán por librarse del Infierno cuando le llegase la hora (pues sabía que sus fechorías le conducirían de cabeza a él), decidió invitar al Diablo a una copa. Todo era parte de una treta, sin embargo. A la hora de pagar, le convenció para que se convirtiera en una moneda de oro, puesto que no tenía dinero. El Diablo lo hizo, y Jack, rápidamente, se lo guardó en el bolsillo.
Pasado un año, Jack accedió a liberar al Diablo para que recuperara su forma con una condición: que no reclamase su alma cuando muriese. Éste le dijo que así lo haría. Cuando llegó la hora de Jack, se dirigió ufano al Cielo… pero se encontró con que no lo admitían. Tuvo que bajar al Infierno, y allí el Diablo mantuvo su promesa y no lo dejó entrar.
A Jack no le quedó más remedio que vagar por toda la eternidad en el limbo situado entre el Cielo y el Infierno, y su única guía fue la luz de un carbón, que colocó en el interior de una calabaza hueca. La famosa calabaza que hoy representa la noche de Halloween.
Ahora que se acerca Halloween, es posible que muchos estemos ya comprando la decoración o los dulces para la fecha, y gran parte de ellos tienen un icono representativo: la calabaza, con una socarrona sonrisa dibujada en su “rostro”.
El origen de este símbolo procede de una leyenda celta, de la zona irlandesa. Se cuenta que existió un pícaro llamado Jack O ´Lantern, que cierto día, en su afán por librarse del Infierno cuando le llegase la hora (pues sabía que sus fechorías le conducirían de cabeza a él), decidió invitar al Diablo a una copa. Todo era parte de una treta, sin embargo. A la hora de pagar, le convenció para que se convirtiera en una moneda de oro, puesto que no tenía dinero. El Diablo lo hizo, y Jack, rápidamente, se lo guardó en el bolsillo.
Pasado un año, Jack accedió a liberar al Diablo para que recuperara su forma con una condición: que no reclamase su alma cuando muriese. Éste le dijo que así lo haría. Cuando llegó la hora de Jack, se dirigió ufano al Cielo… pero se encontró con que no lo admitían. Tuvo que bajar al Infierno, y allí el Diablo mantuvo su promesa y no lo dejó entrar.
A Jack no le quedó más remedio que vagar por toda la eternidad en el limbo situado entre el Cielo y el Infierno, y su única guía fue la luz de un carbón, que colocó en el interior de una calabaza hueca. La famosa calabaza que hoy representa la noche de Halloween.
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