Las ortigas pertenecen a la familia de las Urticaceae que se caracterizan por poseer unos pelos que liberan una sustancia ácida que al entrar en contacto con la piel produce escozor e inflamación, antiguamente se la conocía como “la hierba de los ciegos” ya que ellos la reconocían con sólo tocarla por sus efectos. El ácido que contiene se conoce como ácido fórmico y es débil, incoloro, líquido y tiene un olor desagradable, cuando contacta con la piel actúa como antígeno, y lleva a cabo una lucha con los anticuerpos. Esa batalla es la que deriva en la urticaria, y los efectos que provoca son de inflamación y aparecen granos o ampollas a consecuencia de la dilatación de los vasos sanguíneos. Las ortigas no pican cuando las tocamos en el agua ya que al sumergirse se rompen los dañinos pelillos y el ácido se disuelve y si en el momento de tocar la planta dejamos de respirar tampoco existirá la reacción ya que el oxígeno es el encargado de proporcionar sensibilidad a la piel.
Las ortigas pertenecen a la familia de las Urticaceae que se caracterizan por poseer unos pelos que liberan una sustancia ácida que al entrar en contacto con la piel produce escozor e inflamación, antiguamente se la conocía como “la hierba de los ciegos” ya que ellos la reconocían con sólo tocarla por sus efectos. El ácido que contiene se conoce como ácido fórmico y es débil, incoloro, líquido y tiene un olor desagradable, cuando contacta con la piel actúa como antígeno, y lleva a cabo una lucha con los anticuerpos. Esa batalla es la que deriva en la urticaria, y los efectos que provoca son de inflamación y aparecen granos o ampollas a consecuencia de la dilatación de los vasos sanguíneos. Las ortigas no pican cuando las tocamos en el agua ya que al sumergirse se rompen los dañinos pelillos y el ácido se disuelve y si en el momento de tocar la planta dejamos de respirar tampoco existirá la reacción ya que el oxígeno es el encargado de proporcionar sensibilidad a la piel.
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