Aunque parezca sorprendente, el hecho, al decir de Alexis Carrel, premio Nobel de Medicina en 1912, resulta inequívoco. El acero en efecto, es un metal durísimo pero inerte. De tal manera que si el cuerpo humano estuviese constituido por ese metal, a lo largo de un período dinámico de 65 años, expectativa media de vida en nuestros días, cedería irreparablemente en muchas de sus partes. Nuestro cuerpo, en cambio, pese a su aparente endeblez, resiste eso y más sin graves deterioros mecánicos ¿Por qué? Porque el proceso de reproducción celular ininterrumpido actúa como renovador permanente de los tejidos.
Aunque parezca sorprendente, el hecho, al decir de Alexis Carrel, premio Nobel de Medicina en 1912, resulta inequívoco. El acero en efecto, es un metal durísimo pero inerte. De tal manera que si el cuerpo humano estuviese constituido por ese metal, a lo largo de un período dinámico de 65 años, expectativa media de vida en nuestros días, cedería irreparablemente en muchas de sus partes. Nuestro cuerpo, en cambio, pese a su aparente endeblez, resiste eso y más sin graves deterioros mecánicos ¿Por qué? Porque el proceso de reproducción celular ininterrumpido actúa como renovador permanente de los tejidos.
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