Siempre se ha dicho que los mosquitos pican más a quien tiene la sangre más dulce, pero esto no es así ya que no es por el sabor de la sangre sino que se guían por el olfato para elegir a quién picar. La hembra es la que pica para buscar en nuestra sangre la proteína que necesita para producir huevos y en la oscuridad de la noche le llama la atención el calor corporal y con su olfato detecta el dióxido de carbono por el aire que respiramos y el ácido láctico que desprendemos al sudar, siendo así como elige a sus “víctimas”.
Siempre se ha dicho que los mosquitos pican más a quien tiene la sangre más dulce, pero esto no es así ya que no es por el sabor de la sangre sino que se guían por el olfato para elegir a quién picar. La hembra es la que pica para buscar en nuestra sangre la proteína que necesita para producir huevos y en la oscuridad de la noche le llama la atención el calor corporal y con su olfato detecta el dióxido de carbono por el aire que respiramos y el ácido láctico que desprendemos al sudar, siendo así como elige a sus “víctimas”.