Una de las costumbres más habituales de nuestros gatos caseros es la de frotarse no sólo contra sus dueños o personas allegadas, sino también contra objetos. Solemos pensar que se trata de una muestra de cariño, pero en realidad no es del todo así; se trata de un gesto de posesión. Mediante el frotado, los gatos dejan sus propias feromonas en el objeto, marcándolo como suyo. Es por ello que muchas veces vemos cómo recorren la casa realizando este gesto; están delimitando todo su territorio al completo.
Algo muy similar sucede cuando arañan una superficie que les agrada: una alfombra de baño, el quicio de una puerta, una maleta, etc. El mismo mecanismo de marcaje que producen a través de la cabeza, el cuello o el lomo lo llevan a cabo con el movimiento de las patas, que es similar al masaje que realizan, cuando son crías, para estimular la salida de la leche materna.
Una de las costumbres más habituales de nuestros gatos caseros es la de frotarse no sólo contra sus dueños o personas allegadas, sino también contra objetos. Solemos pensar que se trata de una muestra de cariño, pero en realidad no es del todo así; se trata de un gesto de posesión. Mediante el frotado, los gatos dejan sus propias feromonas en el objeto, marcándolo como suyo. Es por ello que muchas veces vemos cómo recorren la casa realizando este gesto; están delimitando todo su territorio al completo.
Algo muy similar sucede cuando arañan una superficie que les agrada: una alfombra de baño, el quicio de una puerta, una maleta, etc. El mismo mecanismo de marcaje que producen a través de la cabeza, el cuello o el lomo lo llevan a cabo con el movimiento de las patas, que es similar al masaje que realizan, cuando son crías, para estimular la salida de la leche materna.