El mascarón de proa era una figura que se colocaba en la parte delantera de los navíos, desde épocas muy antiguas. Su primera función estaba en el terreno de la superstición: muchas veces los marineros llevaban como mascarón un dragón u otra criatura mitológica, con la esperanza de que ahuyentara a los posibles monstruos que pudieran encontrar en alta mar. Con el paso del tiempo, pasó a tener una función decorativa, y los barcos de mayor renombre contaban con esculturas de reconocidos artistas.
A partir del siglo XVIII, sobre todo, cuando se incentivó el comercio marítimo a nivel mundial, los mascarones también se utilizaron como enseñas, símbolos que indicaban el país al que pertenecía el barco, y si era comercial o militar. Por ejemplo, el león engallado (con las patas recogidas sobre el pecho) era la marca distintiva de los barcos españoles. El león rampante (con las patas estiradas al frente) lo era de la marina inglesa.
El mascarón de proa era una figura que se colocaba en la parte delantera de los navíos, desde épocas muy antiguas. Su primera función estaba en el terreno de la superstición: muchas veces los marineros llevaban como mascarón un dragón u otra criatura mitológica, con la esperanza de que ahuyentara a los posibles monstruos que pudieran encontrar en alta mar. Con el paso del tiempo, pasó a tener una función decorativa, y los barcos de mayor renombre contaban con esculturas de reconocidos artistas.
A partir del siglo XVIII, sobre todo, cuando se incentivó el comercio marítimo a nivel mundial, los mascarones también se utilizaron como enseñas, símbolos que indicaban el país al que pertenecía el barco, y si era comercial o militar. Por ejemplo, el león engallado (con las patas recogidas sobre el pecho) era la marca distintiva de los barcos españoles. El león rampante (con las patas estiradas al frente) lo era de la marina inglesa.