El Muro de Adriano es una de los vestigios de la dominación romana en Gran Bretaña: una impresionante construcción que aún hoy se tiene en pie en gran parte. Como su nombre indica, fue mandado erigir por el emperador Adriano, entre los años 122 y 123 después de Cristo. Tuvo una extensión de más de cien kilómetros, desde el golfo de Solway hasta el estuario de Tyne.
El objetivo del muro era servir de contención para evitar las oleadas de invasiones de los pictos, una de las tribus autóctonas de la región. Los romanos se vieron obligados a enfrentarse a ellos en numerosas ocasiones, pero el conocimiento del terreno era muy superior por parte de los pictos, por lo que muchas veces se libraban batallas difíciles de ganar para los romanos. A pesar de todo, los pictos consiguieron franquear el Muro en tres ocasiones. En todas ellas fue reparado, pero finalmente su mantenimiento se abandonó en el año 383.
El Muro de Adriano es una de los vestigios de la dominación romana en Gran Bretaña: una impresionante construcción que aún hoy se tiene en pie en gran parte. Como su nombre indica, fue mandado erigir por el emperador Adriano, entre los años 122 y 123 después de Cristo. Tuvo una extensión de más de cien kilómetros, desde el golfo de Solway hasta el estuario de Tyne.
El objetivo del muro era servir de contención para evitar las oleadas de invasiones de los pictos, una de las tribus autóctonas de la región. Los romanos se vieron obligados a enfrentarse a ellos en numerosas ocasiones, pero el conocimiento del terreno era muy superior por parte de los pictos, por lo que muchas veces se libraban batallas difíciles de ganar para los romanos. A pesar de todo, los pictos consiguieron franquear el Muro en tres ocasiones. En todas ellas fue reparado, pero finalmente su mantenimiento se abandonó en el año 383.
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