En los últimos años, el cine en tres dimensiones ha conocido un renacimiento. Sin embargo, ya no es el mismo tipo de cine que intentó ponerse de moda en los ochenta, que utilizaba unas gafas con cristales en rojo y azul para dar sensación de profundidad. Ahora, la tecnología es mucho más avanzada, tanto a la hora de la filmación como de nuestra sensación final.
Las gafas que utilizamos tienen un filtro LCD. La película que vemos tiene en realidad dos capas, por así decirlo: se proyectan dos imágenes en paralelo, una dirigida al ojo derecho y otra al izquierdo. Al realizar este cambio de manera muy rápida, el cerebro no lo nota, y efectivamente “ve doble”, consiguiendo el efecto en 3D.
A la hora de filmar una película creada para el 3D (no hay que olvidar que otras películas se filman normalmente y luego se les añade el efecto en post-producción), hay que utilizar varias cámaras a la vez, que se desplazan de formas diferentes grabando la misma escena desde varios ángulos. El montaje final, por tanto, es mucho más laborioso y costos que el tradicional.
En los últimos años, el cine en tres dimensiones ha conocido un renacimiento. Sin embargo, ya no es el mismo tipo de cine que intentó ponerse de moda en los ochenta, que utilizaba unas gafas con cristales en rojo y azul para dar sensación de profundidad. Ahora, la tecnología es mucho más avanzada, tanto a la hora de la filmación como de nuestra sensación final.
Las gafas que utilizamos tienen un filtro LCD. La película que vemos tiene en realidad dos capas, por así decirlo: se proyectan dos imágenes en paralelo, una dirigida al ojo derecho y otra al izquierdo. Al realizar este cambio de manera muy rápida, el cerebro no lo nota, y efectivamente “ve doble”, consiguiendo el efecto en 3D.
A la hora de filmar una película creada para el 3D (no hay que olvidar que otras películas se filman normalmente y luego se les añade el efecto en post-producción), hay que utilizar varias cámaras a la vez, que se desplazan de formas diferentes grabando la misma escena desde varios ángulos. El montaje final, por tanto, es mucho más laborioso y costos que el tradicional.